La experiencia educativa durante la pandemia ha traído distintas lecciones para todos tratando de adaptarse a las circunstancias para no dejar de aprender (los alumnos) y de enseñar (los profesores) y viceversa, porque hoy las nuevas generaciones conectadas con la tecnología terminan instruyendo a diversos docentes que no logran entender el uso de algunas apps y plataformas que eran ajenas para muchos en su forma habitual de impartir clases.

En lo particular he observado que el uso de las redes sociales como recurso didáctico no es muy socorrido, al menos no para el docente clásico, no así para los jóvenes profesores que las utilizan para crear tutoriales sobre distintos temas y tópicos y hasta cuentan con sus propios canales digitales para compartir conocimientos.

Si bien las redes sociales han evolucionado para ser una excelente herramienta publicitaria y de promoción, tampoco han dejado de cumplir su función esencial y ser un canal de entretenimiento e información para los usuarios, pero pocos han buscado darle ese carácter educativo que necesita una sociedad alimentada por el consumismo, el odio y la generación de noticias falsas. Desde su origen los medios de comunicación han permanecido ajenos para querer darle fuerza al enfoque educativo, de hecho, casi ha sido paliativo y las redes sociales hoy en día no son la excepción.

Aun así, cuando hablamos de redes sociales pensamos siempre en las tradicionales: Facebook, Twitter, Instagram, Tik tok, etc., sin embargo ya comienzan a surgir otras con ese perfil educativo, aquí te comparto algunas:

Interuniversidades (como buscador de carreras), Cibercorresponsales (una especie de periódico digital para los jóvenes), Internet en el aula (donde los profesores comparten sus experiencias), Clipit (para poner en práctica nuevas metodologías), Brainly (aprendizaje social y eLearning), Docsity (buscar, consultar y/o descargar contenidos que comparten otros estudiantes), Edmodo (participan docentes, alumnos y familias para compartir archivos, enlaces, documentos, ficheros), entre otras más.

El abanico puede ser tan amplio como se necesite, lo importante es acercar herramientas para que nuestra comunidad pueda crecer, diversificarse y aprender y más en esta era de la comunicación digital que nos brinda tanta cantidad de información como se requiera, pero que debemos enriquecer continuamente a favor de nuestras generaciones en proceso formativo y que además aprendan a discernir de aquello que vale la pena y lo que no.

El reto es mayúsculo, la innovación educativa debe absorber nuevas tendencias que la propia creatividad pueda aportar a favor de esta noble tarea en todo el mundo, no sólo con las TIC’s sino también con los contenidos interactivos que debemos adoptar y adaptar a la realidad pos pandemia que circunda y contextualiza el campo de la enseñanza en todo el planeta.

En México, las clases presenciales apenas se vislumbran como una posibilidad después de un año de permanecer (edificios y aulas), en total abandono, la última vez ocurrió el 14 de marzo de 2020 y ya existe una entidad (Campeche) con las condiciones para que regrese con todos los protocolos sanitarios en donde el cuerpo docente ya ha recibido la vacuna contra el COVID-19 y estar preparados para asistir a las aulas; de hecho lo hará en tres fases: grupos sin Internet, luego poblaciones menores a mil habitantes y después el resto. Aun así, dudo que lo hagan ya en este ciclo escolar. Empero, el compromiso más allá del regreso será recuperar la dinámica de las clases presenciales y, obligados por las nuevas circunstancias, implementar acciones novedosas que puedan darle mayor impacto a la educación, tales como la realidad virtual, la inteligencia artificial, el móvil como herramienta didáctica y hasta los propios videojuegos que no podemos descartar en esta nueva dinámica que nos ha dejado la pandemia en todo el planeta.

  • Máster en Comunicación e Imagen