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La senda litoral conecta más de 10 kilómetros desde el centro de la ciudad

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La senda litoral sigue avanzando y ya contamos con un nuevo tramo, la podemos encontrar en la zona de Guadalmansa, en el frente litoral del nuevo hotel de la cadena Ikos. Se trata de un tramo de 325 metros de longitud que conecta con la senda ya existente en la urbanización Torre Bermeja. El tramo construido cuenta con un pavimento de hormigón impreso sobre zahorra y tiene una anchura de 4 metros. Además, también se ha construido una zona ajardinada de 2 metros de anchura que discurre complementando el trazado de la senda.

Este nuevo tramo, en consonancia con este proyecto, se ha dotado de iluminación, de sistema de riego y de nuevo mobiliario urbano como bancos, papeleras o bebederos y permite recorrer más de 10 kilómetros de forma ininterrumpida desde el núcleo urbano de la ciudad. La teniente alcalde del área de Fomento, Infraestructuras y Turismo, Ana Velasco, ha señalado que este tramo ha supuesto una inversión de 202.795,82 euros, que ha sido costeada en su totalidad por la promotora del hotel, por lo que no ha tenido coste alguno para las arcas municipales

De la crisis se crece

La vida es tan corta como para detenernos en las cosas que parecen ser lo peor. Mantenernos motivados cuando las cosas se ponen difíciles debe ser uno de nuestros principales “combustibles”: la automotivación ante la adversidad.

La tendencia de la mayoría de las personas ante tiempos difíciles es desesperarse o ponerse pesimistas, pero hay otro grupo de personas que ven la adversidad como una oportunidad y no como una amenaza, pareciera que ante el peligro les prenden un botoncito que activa su creatividad y que los entusiasma a buscar en su mente nuevas formas, alternativas, soluciones, pareciera que están felices de haber sido desafiados y esto les lleva a escudriñar en su caja de “herramientas humanas” y ver su arsenal.

La realidad es que podemos elegir cómo enfrentar lo que de momento no podemos cambiar. La clave para mantenerse motivado es evitar distraerse en la desesperanza y concentrarse en buscar internamente el beneficio de esa nueva condición, estar preparados para lo peor esperando siempre lo mejor.

Soy testigo personal de que la adversidad siempre nos desbarata y nos vuelve a armar. El ser humano precisa usar a su favor el dolor de una experiencia. Aunque a veces parezca una desgracia o un accidente, lo que nos afecta no es lo grave que ocurre sino lo que decidimos hacer ante eso que está sucediendo.

Algunos, por ejemplo, deciden quedarse desarmados para que alguien más venga a reconfigurarlos; otros deciden rearmarse en nueva versión de sí mismos liberándose de su antiguo yo, otros más deciden emprender la búsqueda del culpable que los desbarató y distraídos en encontrar al responsable, dejan de buscar soluciones a su problema.

Recuerdo, a propósito de crisis, la escasez de combustible que vivió buena parte del país al iniciar el año 2019, escuchaba a mis estudiantes y a mis pacientes comentar lo increíble de las avenidas y calles libres de tránsito, y hasta parecía haber un aire de serenidad y calma en algunas personas que optaban por usar el trasporte alternativo como la bicicleta o incluso caminar al trabajo si acaso era factible.

Aunque también me tocó presenciar la desesperación de algunas que incluso llegaron a los golpes o a lo ilegal por conseguir gasolina. Siempre existen al menos dos opciones ante las dificultades: te debilitas y colapsas o cooperas siendo flexible durante la crisis y en el camino de esa transición logras crecer.

Muchas personas agotadas y llevadas a su límite por el hartazgo de la situación pueden llegar a preguntarse ¿y qué hago con mi coraje y mi frustración? El enojo y la frustración son formas de dolor, pero la convicción de mantenernos de pie en vez de derrumbados exige enfrentar la realidad en vez de evadirla con rabietas, demanda usar nuestra pasión para comprometernos con nosotros mismos y seguir empujando hacia adelante, exige confianza en ti mismo para aportar a los demás y sumar esfuerzos. La adversidad clama el despertar de nuestros talentos dormidos y pone a flote nuestra empatía con nuestros semejantes. Encuéntrate a ti mismo y mide tu crecimiento después de cada crisis.

Empezar de nuevo no significa empezar de cero

Cuántas décadas han transcurrido y desde entonces la angustia crece por el devenir en la población mexicana ante la gran crisis económica y política. A nivel global flota en el aire una gran incertidumbre respecto a los hechos políticos que parecen perfilar un caos. Cada vez que tenemos que atravesar por una experiencia nueva, cuando no hay más remedio que enfrentar el cambio, tendemos a entrar en pánico o a resistirnos abiertamente a él mostrándonos hostiles o sensibles.

Los mexicanos estamos en crisis permanente porque nos damos cuenta que lo que hasta ayer habíamos pensado, sentido o creído, se ha tambaleado y deja de sostenernos, no podemos negar que nos ha pegado duro al tan enraizado sentido paternalista. Estamos en un punto de inestabilidad, nos sentimos en arenas movedizas. ¿Estamos atascados sin salida o este desequilibrio será nuestra potente palanca para impulsarnos hacia el desarrollo y la autonomía nacional?

El mundo está convulsionando, está cambiando en todos los sentidos, pero ¿cómo enfrentamos la adversidad los mexicanos? ¿Mostrarnos impactados funcionará? ¿Asumirnos apabullados nos llevará en alguna dirección segura? Para entender el cambio nosotros debemos transformarnos junto con él. Es fácil dejarnos llevar por la tentación de la queja ante lo que no sabemos manejar y entrar en un ciclo de 24 horas de pesimismo, especulación y lamentación.

Para aquellos que se encuentran en el camino de “reinventarse”, enfrentar un desafío está lejos de ser algo indeseable, no se concibe como una amenaza, sino como una oportunidad para sacar el material almacenado creando soluciones o alternativas ante las nuevas circunstancias. Los cambios nos fuerzan invariablemente a salir de nuestra zona de confort, nos empuja a replantear nuestras actitudes a veces sumamente dependientes y nos encauza a fortalecer nuestra autonomía para generar y producir logros.

Los mexicanos tenemos la urgente necesidad de renovarnos, aprovechemos este momento para hacer demoliciones profundas de lo que ya no puede sostenernos. Este cambio radical -de ser bien gestionado- será sin duda una gran obra de transformación personal y nacional.

Como dicen los boxeadores “siempre es mejor dar que recibir”, así que, a rascarnos con las propias uñas, a descubrir los propios recursos y a desarrollar nuevas habilidades.

Caminos para reconducir y reajustar nuestra vida

  1. Flexibilidad para adaptarnos a nuevas condiciones. Cambia la mirada y enfócate en los aspectos en los que sí estás satisfecho.
  2. Paciencia para convivir con la incertidumbre. No siempre tendrás las respuestas inmediatas para todo.
  3. Creatividad para hacer las cosas de otra manera. Busca modelos y aterriza tu propio estilo.
  4. Templanza para aceptar la realidad mientras lo desconocido pasa a ser familiar.
  5. Disposición para fluir en el nuevo rodaje. Relaciónate con lo que pasa sin poner pretextos y no trates de encontrar culpables.
  6. Saca a la luz la experiencia acumulada. No temas buscar y aplicar tus talentos.
  7. Confía en ti mismo y confía en los demás, basados en lo que siempre podemos mejorar.
  8. Aporta más. Se requerirá una transformación en ti, date tiempo para determinar qué.
  9. Pon límites al pesimista. Aléjate del amarillismo.
  10. Mantente sereno, un buen líder de su propia vida nunca pierde la calma.
  11. Infunde Fe y Esperanza en los demás, ello te compromete positivamente a no bajar la guardia.
  12. Haz equipo. Nadie puede lograr por sí solo lo que un equipo bien integrado y comprometido es capaz de construir.

Para consultas en línea desde cualquier parte del mundo escríbeme en mi página de Facebook: Dra. Miroslava Ramírez

La felicidad se cultiva

Hasta hace un par de décadas era la tristeza la que los neurocientíficos buscaban develar y como consecuencia de ese estudio se descubrió a la depresión como enfermedad, así como la neurosis y otras alteraciones emocionales que generan trastornos psicológicos. Pero el tema de la felicidad no era algo buscado ni mucho menos estudiado, la medicina estaba centrada en la enfermedad y no en la promoción, cultivo y desarrollo de la felicidad en la población.

A lo largo de los años y como parte sustancial de mi trabajo acompaño a las personas -en lo individual y en equipos de trabajo- a descubrir las barreras que los alejan de una vida plena. Es común que las personas se sorprendan al darse cuenta que tienen un diagnóstico de infelicidad crónica y que temen descubrir los hábitos que los han hecho crónicamente infelices.

Vale la pena detenerse un instante y preguntarse ¿qué me hace feliz? Y tener claro que la felicidad precisa ser construida, que no se puede comprar y que entre más nos inventemos maneras de conseguirla en cajas, vestidos, objetos, esta se alejará vertiginosamente. La felicidad se debe cultivar tal cual una hortaliza que requiere de atención y cuidado, solo que teniendo sobre base una equilibrada combinación entre razón y emoción.

Una vez que hemos escaneado qué nos llena de satisfacción, podríamos pasar a la parte de ver ¿qué me hace infeliz? Puede que llegues a concluir que algo o alguien más allá de ti es el culpable de lo que te aqueja, por ejemplo, que estás muy solo, que te engañaron, que no tienes el trabajo ideal o el sueldo justo, que tu pareja es insoportable, que a pesar de que te esfuerzas nadie te reconoce, que no tienes un cuerpo hermoso o que la vida la trae contra ti, etc.

Sin embargo, los científicos del comportamiento humano han realizado hallazgos que pueden eliminar la idea de una felicidad inalcanzable y ayudar a todo aquel resignado a ser infeliz a que abandone esa postura, pues hay gratas noticias respecto a la manera en la cual el organismo y el medio social predisponen a las personas a ser felices o a no serlo, y que si bien ha sido probado que la satisfacción personal es heredada, también lo es que la genética no es destino, pues un gran porcentaje de nuestra felicidad la podemos generar de factores externos. 

Eso sí, debemos comenzar por eliminar las falsas creencias que alojamos en la mente y que hasta difundimos contándoles a los demás cuán infelices somos, entendamos que esta práctica no hace más que confirmar y afianzar esos sentimientos de insatisfacción y que al profesarnos comúnmente estas ideas de que algo siempre nos falta entonces vamos programando la mente tan arduamente para ver el “hueco”, que acabamos por deformar la percepción que tenemos de lo que realmente ocurre y acabamos confirmándonos que nos sentimos vacíos.

Uno de los factores más comunes en la gente feliz es que tienen buenas relaciones interpersonales, se demostró que aquellos que se visten de relaciones armoniosas con sus amigos, familiares o colaboradores presentan niveles más altos de hormonas de la felicidad, claro que implica brindarles dedicación, pero son un componente fundamental para poder dibujar un rostro generoso en sonrisas y positivismo.

Por fortuna el cerebro nos ha mostrado que existen áreas involucradas en el proceso de ser felices y nos enseña cómo fomentar sensaciones de bienestar más duraderas, aquí van algunas propuestas: 

  1. Vive la vida que anhelas a costa tuya
  2. Da algo de lo que recibes
  3. No hagas las cosas con solo un propósito
  4. No dejes de expresar claramente la gratitud
  5. Ponte nuevos desafíos
  6. Aprende algo nuevo constantemente
  7. Mejora tus relaciones interpersonales
  8. No cargues con los errores de los demás: perdona
  9. Amplía tu círculo de amistades
  10. Dedícale tiempo a algo en lo que seas hábil

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Hiperpapás: ¿Súper madres y súper padres de verdad?

Una de las grandes aspiraciones que todo padre o madre, emocionalmente equilibrados, desea lograr en la crianza de sus hijos es que sean capaces de conducirse de manera autónoma tomando decisiones responsables cuando se alejan del hogar y falte la supervisión.

La meta está en criar hijos que puedan enfrentar la vida de manera sólida sin fragilizarse ante los retos que la vida les presente. Sin embargo, muchos niños hoy en día son víctimas de sus propios padres al ser cuidados de manera equivocada, al ser sobreprotegidos porque limitan sus habilidades en la resolución de problemas generando con esto una personalidad frágil que se rompe ante la sensación (ya ni siquiera ante un verdadero problema) de tener que tomar una decisión como ponerse a salvo o anticiparse a no involucrarse en una situación de riesgo.

Tú podrías estar dentro de la desafortunada tipología de un hiperpapá al saturar de atención a tu hijo o al facilitar todo el entorno de su vida haciendo por él cosas que podría realizar por sí mismo. Toma nota de los siguientes síntomas del padre que, atrapado en sus miedos a que sufra o a que le pase algo malo, no permite que nada pase y finalmente lo logra: su hijo acaba por no tener una vida propia, pues sus padres siempre se encargaron de enfrentar la vida por él, arriesgarse por él, decidir por él, incomodarse por él y como resultado tenemos a un hijo que ve los pequeños retos como un gigantesco monstruo en 3D.

Crece apabullado cuando se le da la oportunidad de elegir cualquier cosa, congelado en su interacción social cuando se ve alejado de sus figuras paternas y miedoso de ser él mismo porque sus padres le resuelven hasta el llanto, no conoce sus límites, ni sabe de qué es capaz, ya que sus padres se encargan incluso de adivinar lo que al pequeño le hace falta tomando siempre la delantera en voz alta sin permitir que el niño sea el protagonista de su propia vida, pues hasta se expresan en plural cuando se refieren a las cosas de su hijo: “estamos haciendo la tarea, estamos en semana de exámenes, el viernes tenemos torneo, ganamos la final de la competencia, etc.”

¿Cómo superar el vicio de la hiperparentalidad?

Identifica tus propios temores adultos para evitar lastimarlos con tu sobreprotección.

No desacredites las normas o actitudes de los profesores de tus hijos.

No le hagas creer que el mundo está hecho a su medida, pues cuando repare en la verdad le resultará insoportable.

No les des todo lo que pidan, llevarlos a experimentar una razonable cantidad de frustración los llevará a la búsqueda de sus objetivos

Dales espacio para “ser” y no los satures del “hacer”

Disponte para tomar tú mismo un descanso, un padre relajado es un padre que influye en vez de alejar a sus hijos

Reconoce sus logros de manera personal y no a través de las redes sociales

No lo salves de pequeños retos, déjalo asumir sus desafíos a cierta distancia

Goza por primera vez de ser padre, sin prisa, disfruta la trayectoria, pero a una razonable distancia, tú sabrás cuando en realidad te necesite y él sabrá pedir tu ayuda

No podrás eximirlos del sufrimiento que implica crecer, pero si podrás estar ahí para acompañarlo a transitar por la experiencia. No existen los hijos perfectos, no te pierdas en ese ideal, pero sí puedes celebrar su ser único y especial. Tus afectos siempre serán su mejor aliento en tiempos difíciles y será lo que busquen al regresar siempre a casa.

“El maestro joven enseña todo lo que sabe,

El maestro maduro enseña todo lo que le interesa,

El maestro sabio enseña aquello que su discípulo necesita

Y más aún, el más sabio de todos, deja que el otro aprenda”.

José Gómez del Campo.