Por:  de latitudmegalopolis.com

La muerte significa alegría, trascendencia y regresar al origen: el cuerpo se desintegra, pero el espíritu vive por toda la eternidad”, narró Ayaotekatl, nativo de Azcapotzalco, perteneciente a la tribu tecpaneca.

Su apodo es Lobo blanco, con su cabello lacio y canoso, acude los fines semana al zócalo de Ciudad de México. “Afirma que el espíritu es indestructible y dice que el Mictlán significa lugar eterno del reposo de los muertos y que, tiene nueve dimensiones que simulan un cómputo de tiempo”.

“En cada dimensión existe un señor del día y otro de la noche, 18 multiplicados por 20 resultan 360 días del año; más cinco puntos cósmicos que son: tierra, agua, viento, fuego y Sol, nos da un total de 365 días del año”.

Mictlán, donde vive Mictlantecuhtli, señor de los muertos. “El Día de Muertos retoma toda una tradición profunda, donde se guarda el culto a los difuntos con alegría, porque la materia se desintegra, pero comienza el principio eterno”.

Por ejemplo, los que morían ahogados se iban al Tlalocan con el dios Tláloc. Para llegar al Mictlán, las almas llegaban a un río donde sólo podían cruzar con un perro pardo –ni blanco ni negro–, y así ingresaban a otra dimensión.

Ayaotekatl, perteneciente a una de las siete tribus mexicas sobrevivientes en México festeja el día de muertos con altares llenos de fruta, comida, pulque y hasta quesadillas-Todo lo que les gustaba a sus seres queridos. De Michel Olguín y Myriam Núñez, Nov 4, 2019