Según informo el New York
Times Hace unos días, la revista Semana mostró copias de los archivos hallados
en una operación de registro a militares de inteligencia que, contrariando la
ley, venían recopilando información sobre movimientos y fuentes noticiosas de
reporteros de The New York Times, The Wall Street Journal, NPR y una prominente
fotógrafa que fue a hacer un reportaje para National Geographic a ese país.
El informe forense que
realizó la Procuraduría General de Colombia de la operación de registro afirma
que en el escritorio de un sargento de inteligencia encontraron —bajo las
denominaciones “Caso especial” y “Trabajo especial”— fotografías y reportes
sobre contactos, lugares de residencia, actividad en redes sociales y
desplazamientos de periodistas estadounidenses y de decenas de reporteros
colombianos, incluyéndome. Además, en los archivos hay información sobre
defensores de derechos humanos, políticos de la oposición y militares.
Ante la publicación de una
noticia en periódico Senxura de Colombia un alcalde de la capital de la
provincia de Boyacá al centro del país Alejandro Funeme realizo una llamada al
director del medio Daniel Mejía Lozano periodista colombiano quien tiene
seguridad del Estado desde el año 2014, el periodista fue intimidado verbalmente a raíz de una
publicación realizada en su periódico, la llamada se efectuó según informo la
FLIP (Fundación para la libertad de prensa) el día lunes 25 de mayo a las 10 de la noche.
La Fundación para la
Libertad de Prensa (FLIP) es una organización no gubernamental que defiende la
libertad de expresión y promueve un clima óptimo para que quienes ejercen el
periodismo puedan satisfacer el derecho de quienes viven en Colombia a estar
informados.
Frente al caso del
periodista Daniel Mejía Lozano, mediante un documento se pronunció haciendo un
llamado de atención al alcalde: ”En este sentido, se quisiera llamar la
atención sobre la comunicación telefónica que sostuvo con el periodista Daniel
Mejía Lozano, pues la misma causa un efecto adverso a los debates de control
social que el periodismo plantea y que son aún más necesarios en la coyuntura
actual. Esto además puede tener un efecto negativo e inhibidor frente a la
prensa. Estas conductas no garantizan un ejercicio libre e independiente de la
prensa y perjudica a la ciudadanía que se ve desprovista de información oportuna
y veraz».
La denuncia de Mejía Lozano fue del manejo de recursos públicos para publicidad sin transparencia y la indagación que la procuraduría hacia al respecto. Hoy el Periodista hace un llamado a la UNP Unidad Nacional de Protección para que refuerce su seguridad, teniendo en cuenta que tiene en la actualidad un chaleco antibalas y un botón de pánico y desde hace meses ante numerosos incidentes de intimidación ha solicitado un estudio de seguridad sin tener respuesta alguna, más que evasivas donde siempre el organismo de seguridad del Estado justifica que la norma no exige dicho estudio. Según el periodista Daniel Mejía Lozano el desmonte de su seguridad obedece a una represaría del ex Gobernador de Boyacá Carlo Amaya quien en reuniones sociales con Luis Ernesto Gómez y el antiguo director de la UNP solicito al organismo quitar la seguridad al periodista `para frenar las denuncias públicas que su periódico hacia a su gobierno.
Así las cosas, la seguridad
del periodista hoy depende del Gobierno de Colombia. La FLIP en su informe del
año 2019 manifestó que el número de funerales de periodistas pudo haber sido mayor si quince periodistas
amenazados no hubieran huido de sus ciudades, algunos del país.
Las intimidaciones a
periodistas se han multiplicado desde la firma de los acuerdos de paz. Durante
los últimos tres años (2017 al 2019) fueron amenazados 583 periodistas en
Colombia. En el trienio anterior (2014 al 2016) esa cifra fue de 257. Las
disputas entre nuevos grupos armados han marcado zonas vedadas para la prensa:
Caloto, Corinto y Miranda en el Cauca; Llorente y la zona fronteriza con
Ecuador en el Pacífico; y varios puntos que empiezan en Arauquita y terminan en
Puerto Asís, en Putumayo. Una serie de coordenadas que dibujan los puntos
ciegos del país.