Clara Riveros

CPLATAM -Análisis Político en América Latina- ©

España se decanta por apoyar la propuesta de autonomía marroquí para solucionar el contencioso territorial del Sahara Occidental.

Claves y antecedentes

  • Pedro Sánchez reiteró que España se ha alineado en este tema del Sahara con Estados Unidos, Francia y Alemania. Algunos países latinoamericanos, africanos y árabes también respaldan la propuesta de autonomía marroquí como la mejor opción para resolver la disputa territorial norteafricana que enfrenta, desde hace décadas, a Marruecos y a Argelia.
  • Argel acoge a la guerrilla separatista Frente Polisario que reclama el territorio del Sahara Occidental para establecer su república. Esta guerrilla se autodefine como rasd: república árabe saharaui democrática. Es una entidad virtual que no existe como país ante la ONU.
  • España salió del Sahara Occidental en febrero de 1976, cuando dejó de ser la potencia administradora de ese territorio, pero todavía hoy digiere mal el que fue, a todas luces, un pésimo proceso de descolonización. Selló su salida del Sahara con los acuerdos de Madrid a fines de 1975 y dejó abierto un nuevo expediente que se mantiene hasta hoy, gracias a un juego a dos bandas en el que unos responsables españoles apostaron a Argelia y al Frente Polisario y otros a Marruecos, todo ello en el marco de la Guerra Fría.

El gobierno español reconoció, semanas atrás, que la propuesta de autonomía marroquí es la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso territorial del Sahara Occidental. La declaración fue hecha en una carta que el jefe de gobierno español dirigió al rey de Marruecos con la intención de iniciar una nueva etapa en la relación bilateral luego de un año turbulento. Apartes de la carta fueron revelados por Marruecos. Eso es lo novedoso. Por lo demás, Pedro Sánchez mantuvo ante el Parlamento de su país la tradicional posición española respecto a que la resolución del diferendo del Sahara debe producirse en el marco de las Naciones Unidas y por la vía de la negociación entre las partes concernidas, tal y como recogen las sucesivas resoluciones del Consejo de Seguridad que se ocupa de este asunto.

La prensa española no le perdonó la decisión unilateral a Pedro Sánchez y tiene razón. Sin embargo, los medios han magnificado los hechos. Se puede entender el rechazo español a ciertas o a muchas actuaciones de Marruecos. Sí. Lo que resulta incomprensible es que amplios segmentos de la opinión pública española todavía crean que el Frente Polisario va a liberar algo o a alguien y que la prensa se permita la ingenuidad y el deseo de suponer que esa agrupación subversiva va a establecer un Estado democrático y moderno.

¿Cuáles son los antecedentes del Polisario y con cuáles materiales va a construir ese paraíso prometido? El experimento revolucionario, tras cinco décadas, sólo acusa totalitarismo, el de la revolución y el de las tribus, miseria y represión para los individuos que controlan en territorio argelino.

¿Nación? ¿República? ¿Cuál sería la viabilidad de un Estado fallido, totalitario y tribal? Insistir en ello desafía la realidad. Pretender que esa guerrilla representa a la totalidad de los saharauis (poblaciones tribales, otrora nómadas, autóctonas del Sahara Occidental, Marruecos, Mauritania, Argelia y Mali), es una de las falacias más comunes en la prensa española. Saharauis no son únicamente los separatistas, ¿Dónde quedan los integracionistas que reivindican su pertenencia a Marruecos o los disidentes que abandonaron la vida guerrillera y el totalitarismo del Polisario, aquellos que tras décadas de penalidades y arbitrariedades hoy buscan salidas más sensatas, realistas y razonables? ¿Por qué las víctimas saharauis y españolas de la fallida revolución y del terrorismo perpetrado por el Polisario están tan invisibilizadas? ¿Cómo entender que ciudadanos y prensa se movilicen más por los terroristas que por las víctimas?

Francisco Marhuenda, director de La Razón, ha sido el único periodista de un medio relevante en España que se animó a decir lo obvio: el Sahara Occidental es una denominación geográfica, nunca ha sido un país, no es un Estado, tampoco es una república, es históricamente un territorio marroquí que fue ocupado por la España colonialista. Marhuenda, como el exministro de Exteriores José Manuel García-Margallo, criticaron las formas, propias de las autocracias, asumidas por el jefe del gobierno español. De todas formas, las actuaciones de Pedro Sánchez ya vienen siendo moneda corriente y la firma inequívoca de su gestión.

García-Margallo se pronunció más que por el qué, por el cómo Pedro Sánchez decidió el cambio en la política exterior española que, según explicó el exministro, desde la transición debe darse por la vía del consenso entre las fuerzas políticas y sin vulnerar el equilibrio de poderes. El gobierno Sánchez ha omitido, en diversos asuntos, que España es una democracia liberal y un Estado de derecho, no una autocracia, es decir, importan los procesos y los medios para obtener fines y las autoridades están obligadas a rendir cuentas a sus ciudadanos y a mostrar transparencia en sus actuaciones.

El cambio de posición de España venía preparándose con intermediación de Estados Unidos, como pareció anunciar el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, quien estando de visita en Washington, el pasado enero, indicó, tras su encuentro con el secretario de Estado, Antony Blinken, que Estados Unidos y España habían acordado “unir fuerzas para resolver este conflicto que ya dura demasiado y para el que hay que encontrar solución”.

El gobierno español ha dicho lo obvio, pero su decisión ha sido más valorada fuera de España que al interior del país. La posición asumida por Sánchez ha sido avalada por los otrora jefes de gobierno del PSOE, Felipe González  -quien estima que el cambio en la posición española sobre este asunto del Sahara es la opción más seria y realista en 40 años- y José Luis Rodríguez Zapatero -para quien la decisión de Sánchez constituye un acierto. Rodríguez Zapatero recordó que su gobierno (PSOE) y el de Mariano Rajoy (PP), no fueron precisamente opositores a la propuesta de autonomía marroquí: “Respaldé esta propuesta en 2008, en 2009, en 2010 y en 2011. Luego fue un tema que conversé con Rajoy y no hay ningún indicio de que el PP pusiera algún problema”, afirmó Zapatero-. El ex jefe de gobierno del PP, José María Aznar, consideró que esta salida de Sánchez ha sido un signo de debilidad por parte de España. Debilidad que Marruecos sabrá aprovechar.

La desconfianza hacia Marruecos y hacia el gobierno de Pedro Sánchez son, hoy por hoy, el común denominador en España. La falta de transparencia le ha pasado factura a Sánchez. No obstante, la posición asumida por Madrid respecto al Sahara Occidental corrige esa larga y prolongada anomalía hacia Rabat. En cambio, la ausencia de un compromiso escrito por parte de Marruecos en el que se mencione específicamente a Ceuta y a Melilla genera dudas e interrogantes válidos sobre el respeto a la integridad territorial de España y el futuro de esos enclaves españoles en el norte de África.