Estaba programada para nacer el 24 de diciembre, solamente que las mujeres desde niñas se imponen con sus caprichos y Camila no es la excepción y decidió nacer el 17; por otra parte, el 24 tendría que compartir cámaras con el MERO MERO y como que no es plan. Por lo pronto, todos felices y con todo mi cariño sea bienvenida Camila que aunque nació muy lejos, ya se acomodó en mi corazón con los Pollitos y Sophia.

Hijo: “Mi agente viajero llegará a cobrarte, será un hijo tuyo, gota de tu sangre, te presentará un cheque por cien mil afanes y como un hombre honrado deberás pagarle”.

¡Felicidades hijo, felicidades a toda la familia!

Esta noche en un establo nacerá nuevamente la ilusión de la paz, del amor, de la redención, nacerá Jesús, el Niño Dios, y lo acostarán en un sencillo pesebre con humilde ropa. Lo arrullará su Santa Madre y su padre el sencillo carpintero San José, lo calentarán los tibios resuellos del manso buey y el sufrido burro. Vendrán ángeles y pastores a adorar al recién nacido guiados por una hermosa estrella que alumbrará todos los caminos que llegan al nacimiento.

Este acontecimiento es un gran motivo para que las familias de todo el mundo acomoden sus actividades y sus fechas para reunirse con los suyos y entre los matrimonios se ponen de acuerdo para pasar la navidad “con los míos” o el año nuevo “con los tuyos” o viceversa, de algún modo se ponen de acuerdo y cenarán riquísimo cabrito que cocina mi hermana Lulú (la recogida).

Esta noche se hace el movimiento de los que salen a visitar y de los que vienen a darnos un fraternal abrazo, aunque sea cada año.

Esta noche habrá cánticos, velitas, luces, habrá un niño que se quema con la velita o la lucecita y una mamá que le besa el dedito quemado dejando en él la esencia curativa y con una sonada de nariz y una limpiada de lágrimas lo deja listo para seguir jugando, mientras los grandes con sus brindis se desean lo mejor para los tiempos venideros.

En esta noche llegará el momento de pedir la posada, romper la piñata, vendrá el intercambio de regalos, para luego cenar esperando las doce horas y las doce uvas.

Esta Nochebuena no estaré solo porque estaré conmigo. No por cosas del destino sino por cosas que nosotros decidimos, la familia, mi familia, no estará reunida, no estaremos juntos.

Tendré tiempo para evocar las Nochebuenas con mis padres, hermanos, primos, tíos, el nacimiento que armaba mi mamá con muchos borreguitos y unos Santos Reyes muy bonitos, y junto al tocadiscos grandote como cajón de abejas donde yo era el encargado de poner el disco de Amalia Mendoza con “Amarga Navidad” para los mayores, y para la chiquillada unas cancioncitas en inglés que trajo mi tío Luis Díaz “Era Rodolfo un reno” que ni las entendíamos, pero que sonaban bonito y otras con Las Ardillas.

Iban muchas visitas, se llenaba la casa, había pozole, tamales, buñuelos y hasta un chivito de leche, tiernito. Sentíamos muy feo cuando sacrificaban al pobre animalito, pero estaba muy sabroso. Yo creo que los pobres animalitos odian la navidad y todas las fiestas.

A este respecto me contaron una bueno: platican unos niños de familia acomodada con otros de familia pobre y los primeros les cuenta que en la Nochebuena cenaron pavo “¿Y ustedes qué cenaron?”, los niños pobres contestan: “Yo cené elefante”, dice uno, otro “cené rinoceronte”, otro más dice que cenó jirafa y otros, leones, hipopótamos, los niños sorprendidos les preguntan “¿Cómo, si son tan pobres?, “Sí” les contestan: “Mi papá compró una bolsa de galletas de animalitos y eso nos tocó”.

Para la Misa de Gallo pasaban los Pastores frente a la casa y enseguida mi mamá cargaba uno y jalaba dos, fuimos nueve, y mi papá al resto. Al término de la misa ya casi todos adormilados regresábamos a casa y a dormir, al rancho en ese tiempo aún no llegaba el Santa Claus.

Así que esta noche me pondré en contacto con mis recuerdos tratando de vencer la nostalgia para evocar todas las cosas bonitas y volver a gozar aquellos tiempos y con la fuerza del pensamiento lograré reunir los recuerdos de mis seres queridos que ya se fueron, con las vivencias de los que tan sólo están lejos, al fin unos y otros viven en mí. No estaré solo.

No alcanzo a comprender cuánto tengo de santa la Nochebuena (digo, por las guarapetas y las diversiones actuales), lo que sí es fácil de notar es cuánto tiene de mágica, todos nos saludamos y nos deseamos lo mejor, pretendemos la paz, nos tornamos generosos con los obsequios, los abrazos, los saludos, nos hablamos con los hermanos, familiares y amigos a los que no “pelamos” en todo el año. Tal vez si hubiera más Nochebuenas en el año perdería la fuerza la última.

Estoy seguro de que trataré de vencer la tristeza y reunirme con familiares y amigos, estoy seguro que me daré ánimos y buscaré fortaleza para no sentirme solo en ningún momento, me apoyaré en mis Pollitos, Sophia y Camila, mis hijos, mi esposa, mis hermanos, en todos, pero… a veces la soledad me llevará a desear ser, al menos por esta noche, el manso buey o el sufrido burro de algún nacimiento.

Quiero, con todo mi corazón, abrazarlos a todos y desearles lo mejor en esta fecha y para siempre y quisiera referirme a ustedes de uno por uno, pero para no omitir a nadie porque a todos los quiero, solamente les diré a toda mi familia y a todos mis amigos, que tengan una ¡Feliz Navidad!

Un saludo a todos los que me comentan y critican “A lomo de camello” porque gracias a sus críticas trato de hacer las cosas lo mejor que puedo.

Mi más grande agradecimiento para las familias que me han invitado a pasar la Nochebuena en su casa.

Les mando un gran abrazo y les deseo con todo mi corazón y todo mi cariño

¡UNA FELIZ NAVIDAD!

Tomado del libro “A Lomo de Camello” del profesor Lic. Rafael Ceja Alfaro, colaborador en la Universidad Vasco de Quiroga, Unidad Zamora

Michoacán, México