Camilo Romero se hizo a un lado en defensa de Petro dejando claro en el debate político que Carlos Amaya es un clientelista que tiene a Boyacá sumergida en una crisis administrativa y social. Ayer Angelica Lozano renunció, claro con el permiso de su esposa Claudia López quien tampoco se encuentra de acuerdo con muchas cosas que pasan al interior del Partido Verde pero guarda silencio.

Los concejales del Partido Verde fueron censurados, el POT se impuso por decreto mientras muchos de ellos renunciaron ante la impotencia de una alcaldesa tirana. Todo lo compran con puestos, sin embargo, existe mucha mediocridad en los territorios donde lograron ganar la gobernabilidad, hoy son los espacios de mayor corrupción, clientelismo, pobreza e inseguridad, un claro ejemplo es Boyacá donde el programa alimentario escolar es una vergüenza, dan alimentos podridos a los niños mientras premian al Gobernador por cuidar la primera infancia.

Ahora todos los disidentes están pegados a Ingrid Betancourt, la mujer que con el dinero que le saco al Estado después de la demanda por su secuestro se vino con toda a hacer política para seguir en la oligarquía que siempre la ha custodiado, un oxígeno para los verdes clientelistas que no le cumplieron a nadie.

En los debates políticos de las coaliciones el papel de Carlos Amaya y de Camilo Romero es muy pobre, ninguno se ve en la final para lograr al menos la vicepresidencia de una de las coaliciones, no hay argumentos, su discurso parece una poesía de los tiempos de Charles Baudelaire, el poeta maldito.

Todos salieron a pescar en rio revuelto mientras la esposa de Claudia enfurecida está cortándoles la mermelada en la alcaldía de Bogotá. Ellos son los alternativos, que se vendieron con el discurso de la salvación para Colombia, los diferentes, humildes, hijos del lechero y el minero, quienes salieron de la nada, hoy son los nuevos ricos enfurecidos por la ambición del poder perdidos en la clientela infinita de los girasoles.

Columna de Opinión

Por: Daniel Mejía Lozano

@Daniel_MLozano