Lo de Pedro Sánchez es de de traca. Ya que no hemos tenido Fallas, me permitirá esa licencia. Y digo traca por no enfrascarme en un florilegio de calificativos que no haría sino ahondar en su rabia. Y es que, si bien grande es el gabinete monclovita que cada equis días se reúne para poner parches a sus propia chapuzas, aún más inmensas son sus incompetencias y torpezas. Son pocos –Robles, Calviño y algún despistado que pase por ahí- los que tendrían que guardar permanente cuarentena, no vaya a ser que la desvergüenza del resto les acabe por contagiar.

No hay nada tan claro como los hechos, por mucho que el aparato propagandístico de La Moncloa con MAO (Miguel Ángel Oliver) a la cabeza se empeñe en ocultarlo. No hemos padecido en España ni en Europa un Gobierno tan sumamente mentiroso, falto de empatía y canalla como el que sufrimos hoy día. Falsedades, improvisaciones y manifestaciones feminazis a un lado, ¿alguien que preserve un átomo de inteligencia puede confiar en el señor Sánchez para reeditar los Pactos de La Moncloa? No se lo cree ni el que asó con con el dedo la manteca. Es el mismo fantoche del “no es no”. Al que su propio partido echó por ser un auténtico fulero. El figura que dimitió para no investir al presidente con cuyos presupuestos lleva viviendo de la mamandurria dos años. Sí, ese que ni en situaciones excepcionales como las actuales se digna a consensuar las medidas con la oposición, cuyo líder ha de enterarse por la Prensa que está citado en Moncloa. Este presidente tiene la vergüenza justa para no salirse por el sumidero. Pero encima, como lo más osado en esta vida es la ignorancia, el abusador del Falcon no para de citar malamente frases de Kennedy, Churchill o Mandela; por lo que su credibilidad y originalidad están bajo cero. ¿Qué se le va a pedir a un presidente que no hizo su tesis ni escribió su libro? Es lo que tiene ser un falso de tomo y lomo; un desleal político, un torpedo institucional y un gatillazo moral. Es todo un vertedero de principios. Jamás será un verdadero líder político. Eso sí, será el chiquillo que más chapotee en el charco de la infamia. Nadie pactará con él cuando diez minutos antes a ese mismo al que apela le ha puesto ‘de hijo puta p’arriba’. No puede pretender ser por la mañana el Che y por la noche Pinochet.

Pero si ya estamos hartos de la triple doble –jerga de la NBA- rueda de Prensa diaria donde se procede a un rigodón ministerial bajo el paraguas de la más rancia propaganda, qué decir de esa monserga soporífera, ese discurso infumable, ese mitin interminable en el que al inefable presidente solo le falta aseverar que el gallo canta no porque amanece, sino porque él se levanta, tal es su grandeza. Mucha palabrería, poca ‘chicha’, escaso consuelo, nula esperanza. Sin rastro de vergüenza. Como solía decir un profesor escolapio mío:“Predica, Simón, que me cago en tu sermón”.

Con todo ello, presidente, ministros, altos cargos de su partido y abajo firmantes tienen la poca desfachatez de decir que el Gobierno no tiene por qué arrepentirse de nada porque todo lo ha hecho bien. Cese la estupefacción del lector. Quien promulga eso es Adriana Lastra, la única diputada cuyo apellido hace honor al lenguaje inclusivo.

Y por si todo lo anterior no fuese motivo de colapso moral e intelectual, nos viene el resentido mayor del Reino, también llamado Fernando Grande-Marlaska, para sentenciar que el Ejecutivo no tiene de qué arrepentirse. Con dos cojones el tío: con el izquierdo, prefiere a Bildu antes que al PP y Ciudadanos; con el derecho, desprecia a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado a quien representa…y con los dos en ambas manos intenta justificar que veinte mil muertes no merecen un luto nacional.

Pero no nos llevemos a engaño: como ya sabemos que nos mienten hasta la extenuación, su incompetencia es más que conocida y están a hostia limpia en el Consejo de Ministros, preguntémonos: ¿Hay alguna facción del Gobierno que se aproveche de esta tragedia para imponer su ideario político e ideológico? Tan real como que usted me está leyendo.

“Sánchez es un falso de tomo y lomo; un desleal político, un torpedo institucional y un gatillazo moral. Todo un vertedero de principios”

Igual que sucedió décadas atrás, los gobiernos débiles y condicionados por movimientos radicales tienden a aprovechar situaciones excepcionales, de pánico, para recortar derechos e ir implementando con mayor o menor disimulo un programa político del todo extremo. Y eso está pasando con Podemos, un partido al que llamarle radical es quedarse corto, que cree que los escrúpulos son unas islas griegas y que predica una necrofilia ideológica que hace temblar al más impertérrito.

Con todo ello, soy tan crítico como pesimista. Agárrese usted los machos porque aún nos quedan varias semanas de infumable propaganda e interminables sesiones de onanismo gubernamental. Pero, ¿sabe usted por qué? Porque la culpa es suya. Decía Jonathan Swift que cuando “en el mundo aparece un verdadero genio, se le reconoce porque todos los necios se conjuran contra él”. Eso es lo que estamos haciendo con Sánchez: todos los necios, es decir, los enfermeros, celadores, médicos, transportistas, autónomos, repartidores, farmacéuticos, etc. nos conjuramos contra él…. Pero, sobre todo, se conjuran y conjurarán las veinte mil víctimas y sus familiares que no han podido despedirse de ellas.

Con todo, como sé que usted se lava las manos, sigue en casa y demás, quédese con esto: doblemos la curva y quitemos a este Gobierno, un Gobierno que en democracia, decencia y vergüenza es totalmente asintomático.