Por Armando García

Editor y Fundador de Nuestra América Magazine

Hospitales, clínicas y médicos y enfermeras a lo largo y ancho de Estados Unidos están sumamente preocupados por la lentitud de la distribución de materiales de protección contra el Coronavirus.

Abrumados, con poco personal, mal equipados a medida que continúa el brote, los trabajadores de atención médica en primera línea dicen que no tienen suficientes suministros médicos para protegerse a sí mismos y a los pacientes. Se les ha dicho, que ya van en camino, y que mientras arriban los materiales, pueden reusar las mascarillas o fabricar o coser las propias o colocarse como cubrebocas el uso de paliacates o pañuelos.

Increíble de creer, que en la primera potencia mundial se esté llegando a medidas como si fuera un país tercermundista. Ante esta situación, el sector salud reconoce que no estaba preparados para enfrentar la inminente crisis de coronavirus.

El presidente Donald Trump ha dicho que la responsabilidad de los suministros recae en los gobernadores de cada estado y, estos en su mayoría dicen que le corresponde al gobierno federal en suministrar los materiales necesarios en casos de crisis nacional. Trump, respondió, como es su costumbre, diciendo que su administración no es una oficina de envíos.

La cadena noticiosa NBC, recientemente realizó una encuesta en todo el país, y entre los entrevistados, reporta que “…una enfermera de un hospital en Michigan dice que ella y sus colegas han discutido traer cloro para hacer sus propias toallitas desinfectantes. Una enfermera embarazada en Ohio dice que no tiene más remedio que atender a pacientes críticos sin una máscara N95 especializada. Y un trabajador de la salud en Georgia ha recurrido a la búsqueda de ferreterías locales en un esfuerzo por asegurar las máscaras protectoras”.

Y por todo el país, se escuchan declaraciones similares o peores, denunciando la falta de acceso a equipos de protección personal, como máscaras, anteojos, batas, que los trabajadores de la salud se ponen para protegerse contra la transmisión de gérmenes. También se habla de una falta de ventiladores para tratar a los pacientes con COVID-19.

En la zona oeste del país, se reporta que debido a la escasez nacional de equipos de protección, lleva a los trabajadores del hospital en Seattle, WA a fabricar sus propias máscaras con los suministros comprados en tiendas de material de construcción. Igual ocurre con los trabajadores de la salud en el Área de la Bahía de San Francisco, que están tomando medidas drásticas con el fin de prepararse para lo peor, porque la pandemia de COVID-19 va a la alta.

De acuerdo con datos proporcionados por el gobierno federal, el Departamento de Defensa está donando 5 millones de máscaras quirúrgicas y 2,000 ventiladores en medio de la pandemia de coronavirus. El ejército también está utilizando sus laboratorios para procesar kits de pruebas civiles. Y hace unos días, el vicepresidente Mike Pence llamó a la industria de la construcción a donar máscaras faciales y, hasta se ha sugerido que las fabricas en Michigan, hagan ajustes en su maquinaria, para fabricar los ventiladores necesarios para el tratamiento de pacientes que lleguen a una fase crítica.

Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) de EE. UU., Los centros de atención médica que enfrentan una escasez de suministros primero deben solicitar a sus departamentos de salud pública locales o estatales, muchos de los cuales llevan sus propios suministros de emergencia. Si el estado no tiene suficiente, los funcionarios estatales pueden solicitar asistencia al HHS. Lo cual puede tomar días o semanas, mientras las necesidad es inmediata.