Mientras el diputado Rufián se fundía en un apasionado abrazo con el presidiario/misionero Junqueras que, desorientado, subía y bajaba los escalones del Congreso, buscando la mirada compasiva y las manos liberadoras de Sánchez, sus señorías se acercaban inexperta y atropelladamente a la emblemática urna para depositar la papeleta y designar así a la social-federalista  Batelet como nueva presidenta  del Congreso de los Diputados.

Esta primera sesión constituyente de la XIIILegislatura ya nos anuncia días de vino y rosas como la famosa película que con ese mismo título y magistralmente interpretada por Jack Lemmon y Lee Remick, representaba la historia de un hombre alcohólico que introducía a su mujer en el mundo de la borrachera y al final terminaron destrozando sus propias vidas.

Mutatis mutandis es algo similar a lo que puede ocurrir en el escenario que se nos presenta en esta nueva etapa de la vida política española a la vista de las formas, las actitudes y las circunstancias en las que se están desarrollando los primeros pasos del rodaje de esta incierta legislatura. Por un lado la cascada  de palabras indecentes con la que los diputados encarcelados y supuestamente suspendidos, querían expresar su éxtasis independentista al mismo tiempo que pretendían ocultar su vergüenza por tener que jurar o prometer la Constitución. Su teatral pero meditada actuación era ya el primer aviso de que su presencia iba a significar el primero de los muchos brotes  de exaltación y pataleo de las bancadas más novatas abanderadas por Abascal y sus diputados

Por otro,  la constatación de que Rivera se promociona para un liderazgo opositor que los electores le han negado, así como la extravagante invocación españolista del comunista Pablo Iglesias al pronunciar su promesa de seguir acatando la Constitución, pero rechazando el derecho  constitucional a la salud de los actuales y posibles enfermos de cáncer, negándoles la posibilidad de que se beneficien en sus tratamientos de una millonaria donación privada de Amancio Ortega, uno de los empresarios españoles más importantes del mundo. ¿Resentimiento social o temor a un descalabro electoral?

Los líderes nacionales más votados, Sánchez y Casado se mantuvieron más discretos, quizás guiados aún por una tradición parlamentaria más veterana o quizás también encogidos ante un futuro incierto  para sus formaciones políticas . Pedro Sánchez/Iván Redondo necesitan aliados para alcanzar la cima del poder pero solo los encuentran en quienes desean romper la unidad territorial del Estado desde Cataluña o el País Vasco. Durante nueve meses ha demostrado con creces que suplantar el papel de Jefe de Estado en las relaciones internacionales, viajar sin pudor alguno en el Falcon para uso particular o gobernar a golpe de Reales Decretos, le produce una sensación orgásmica de goce del poder al que no está dispuesto a renunciar.

La frustrada estrategia de colocar de Presidente del Senado al histriónico Iceta para controlar y dominar la Cámara y evitar así el entorpecimiento del “diálogo” con los independentistas y rupturistas encarcelados, la ha superado con creces adjudicando el tercer y cuarto poder del Estado a dos socialistas catalanes y federalizantes como  Mitxeli Batet y Manuel Cruz, que sin duda tratarán de reconducir la soberanía del Estado hacia un incierto y preocupante destino.  Por otra parte, Pablo Casado ha quedado como un navegante solitario embarcado en una nave bastante desguarnecida, sin viento a favor y con un velamen agujereado que no le va a ser fácil recomponer. La elección de la tripulación no ha sido  acertada y ha resultado ser  poco experta y avezada en temporales y mar gruesa. Debería arribar a puerto cuanto antes, serenarse y escuchar a los viejos lobos de mar.

El Partido Popular necesita un tiempo de silencio y de reflexión. Dentro de unos días y conocidos ya los resultados de las elecciones del próximo día 26, el actual líder de la oposición debe fortalecer sus grupos parlamentarios del Congreso y Senado con los diputados y senadores más sólidos y experimentados de que disponga para que, frente al griterío y las voces insensatas que se vislumbran en el horizonte, al menos los españoles escuchemos palabras y discursos que demuestren que en este Parlamento  aún quedan políticos con sentido común capaces de administrar el legado histórico y el capital que millones de españoles hemos depositado en sus manos y que no estamos dispuestos a dilapidar.

Como en la película “Días de vino y rosas” no debemos consentir que quienes están sumidos en una borrachera de poder contagien por debilidad e incapacidad a quienes tienen la obligación de defendernos de ese constante peligro desestabilizador que pretende y puede acabar con toda una larga vida de paz, bienestar y pacífica convivencia de los españoles.