Estudiar el léxico como testigo de la historia. Esta es la propuesta del catedrático de Lengua Española de la Universidad de Málaga Francisco M. Carriscondo Esquivel que, en uno de sus últimos trabajos científicos, ha analizado la incorporación de andalucismos en la quinta edición del Diccionario de la Real Academia Española, la de 1817, y su relación con los episodios históricos de la época.

Cincuenta y nueve andalucismos nuevos se incluyen en el DRAE (1817), que se suman a los 279 ya presentes, la mayor introducción de voces marcadas geográficamente de esta edición, según destaca este experto de la UMA, que afirma que, a partir de esta fecha, la variedad andaluza es una de las más representadas en el diccionario académico.

“Muchos de los andalucismos que se incorporaron en el siglo XIX aún persisten en la edición vigente”, señala Carriscondo Esquivel, quien explica que en el DRAE (2014) hay registrados 871 andalucismos, 22 de ellos, propios de Málaga. Damasco, para designar al albaricoque, o chícharo, que es como se le llamaba en Málaga al guisante, son algunos ejemplos de andalucismos que se introdujeron.