Por Jorge Hernández Mollar.

No resulta muy difícil imaginar al “emperador” Quim Torra, tocando la lira mientras contempla el incendio de Cataluña al  igual que algunos de los relatores del histórico incendio de Roma atribuyeron al emperador Nerón.

Pero lo peor del incendio de Roma fueron sus consecuencias: según algunos historiadores de la época,  Nerón culpó a las cristianos, iniciándose así la primera gran persecución contra ellos que terminó en una  cruel matanza y sufrimiento entre las crucifixiones y las fieras que los destrozaban en un espectáculo dantesco y cruel.

Salvando las distancias y el contexto de lo acontecido alrededor de aquel tirano personaje, se puede encontrar una cierta similitud entre las consecuencias del incendio que amenaza a Cataluña y el odio que se advierte en las acciones que contra los españoles se están atizando por parte de Torra presidente de la Generalidad.

Por sus recientes declaraciones haciendo soflamas para luchar por la independencia al estilo esloveno, lo que supone una clara invocación al levantamiento en armas o las incitaciones a la guerrilla urbana de los CDR, es evidente que a este presidente rebelde y sedicioso no le preocupa en absoluta incendiar Cataluña y luego bailar una sardana, contemplando todos los daños materiales y humanos que especialmente se puedan inferir a millones de catalanes que son  españoles y que no participan de su demencia independentista.

El Gobierno de España en manos hoy de un presidente como Sánchez, trastornado por los efluvios del poder y como Gulliver viajero empedernido, que de una forma sorprendente le ha llevado ya a “olvidarse” en cuatro ocasiones  de su responsabilidades para presidir el Consejo de Ministros, navega sin rumbo en un proceloso mar de contradicciones y rectificaciones y lo que es peor aún en una sistemática dejación de autoridad frente al reto soberanista y revolucionario de los Torra y compañía.

No se puede gobernar un país a golpe de ocurrencias electorales para tratar de ocultar las heridas que entre sus propias filas está produciendo el fracaso de su gestión política en Cataluña y que tienen un evidente reflejo en otras comunidades autónomas gobernadas por los socialistas como ha ocurrido recientemente en Andalucía.

Celebrar un Consejo de Ministros en Cataluña, escoltado y rodeado por cerca de nueve mil efectivos de la policía local, autonómica y del Estado no es la mejor forma de enfrentarse al riesgo y peligro soberanista y menos aún apelar y ofrecer un diálogo a un ciego y sordo como Torra que una y otra vez se pronuncia contra la Constitución y con sus disparatadas pretensiones para que el gobierno interfiera en la independencia del poder judicial y así liberar a quienes hoy son presuntos culpables de gravísimos delitos contra el Estado como si de una república bananera se tratara,

Los resultados de la aplicación del art 155 durante la anterior legislatura no fueron eficaces por la temerosa actitud de los tres partidos constitucionalistas que la diseñaron. El gobierno de la Generalidad sigue atizando las pavesas, los medios de comunicación públicos siguen siendo la plataforma revolucionaria de los independentistas y los Mossos son  manipulados sin pudor alguno por el poder político con advertencias de purgas policiales al más puro estilo soviético.

En esta nueva coyuntura no hay otro camino que una aplicación más firme y decidida de todos los recursos que la Constitución permite y ampara para evitar que al igual que el de Roma, el incendio destruya y arrase Cataluña y así lo vienen demandando dos partidos constitucionalistas con amplia representación parlamentaria como el Partido Popular y Ciudadanos.

El filosofo griego Heráclito decía que “mas vale apagar una injuria que apagar un incendio”. Jugar con fuego es no estar decidido a apagar las permanentes llamadas a la rebelión contra el Estado por parte de Torra y sus secuaces con el solo objeto de permanecer en el poder con  la complicidad de quienes  insultan, injurian y amenazan al resto de los españoles, Hoy, afortunadamente, hay millones de españoles y catalanes que ni quieren ni pueden consentir un indecente e imposible diálogo con quienes tienen la belicista intención de incendiar Cataluña culpando al resto de España, al igual que Nerón hizo con los cristianos, de su inevitable y dramático fracaso.