Era una de las novedades más esperadas del mes de junio y no ha sorprendido. El Ultimátum: La España herida y revuelta por el covid-19, de Alfonso Merlos, publicado por SND Editores, se ha convertido en uno de los ensayos más vendidos en el arranque de verano. En plena urgencia por salir de la pandemia, se echaba de menos una reflexión aguda y sin tapujos, a quemarropa, sobre el punto en el que está España y la meta a la que se dirige… conversamos con el periodista sobre su ya noveno libro…

– El planteamiento de la obra es… ¿un tanto tremendista? Por aquello de Ultimátum…

– En modo alguno. Más bien realista. Al mundo entero le ha puesto a prueba el covid-19 y la terrible crisis económica, tan abrupta, que ha llevado aparejada. Pero nuestra posición como nación, principalmente por responsabilidad de nuestras elites políticas, era de especial debilidad. El país está muy tocado y habrá que luchar para que no se hunda. Confío particularmente en que la reacción sea lo suficientemente fuerte y se evite el desastre.

– ¿Era para usted necesario analizar este último año y medio de gobierno… o de desgobierno?

– Sin duda. Nos hemos topado ante un imprevisto con unos gestores ayunos de experiencia, desarmados en sus capacidades de liderazgo probablemente porque nunca habían dispuesto de ellas. Todo ha discurrido a velocidad de vértigo y me parecía necesario sintetizar, en 500 páginas en este caso, cuáles eran y son nuestros retos, en qué han cambiado, cuál es el porvenir… me temo que aún no somos conscientes de la España que viene.

 

– Insiste usted últimamente en que hay vida más allá de la política, y hay que mirarla y vivirla… ¿a qué se refiere?

– En concreto a que las tareas que de manera tan insuficiente, tan deficiente y hasta tan bochornosa han llevado a cabo nuestros dirigentes, malamente, deberán ser complementadas y mejoradas por las de la propia sociedad civil. Hay todo un tejido empresarial, emprendedor, profesional, con ganas de tirar del carro, de hacerlo bien. Y, desde luego, de despejar a unos políticos que en la mayor parte de los casos son simplemente un estorbo. Esa faceta de la vida del país es la que debe cultivarse y protegerse.

– Se ha mostrado usted especialmente crítico con la falta de talla de nuestros actuales dirigentes políticos… ¿tan anómala y dañina es esta circunstancia?

– No hay en el entorno del mundo desarrollado un solo país en el que ocupen altos cargos gubernamentales e institucionales personas que, más allá de sus raquíticos reflejos intelectuales o su incultura, en su vida hayan tenido un empleo más o menos prolongado. No hablo de mayor o menor brillantez en el desempeño de un puesto en la empresa privada. Hablo de una mínima experiencia. Es un hecho trágico, sonrojante. Bastante más que un talón de Aquiles.

– A tenor de su relato en el libro, ¿va encaminada España a elecciones anticipadas?

– Exactamente lo contrario. Cuando hay quienes han accedido al poder fortuitamente, con el apoyo de las urnas pero sorprendentemente, dada su talla tan enana, lo que procurarán será prolongar durante el máximo tiempo posible esa privilegiada e inmerecida posición. Precisamente este otoño, la izquierda y la extrema izquierda sentarán las bases para agotar la legislatura entera. Pensar lo contrario es hacerse trampas en el solitario.

 

 

– ¿Podemos ver ya la profundidad de la crisis económica y social que parece avecinarse?

– Estaríamos ciegos, como se relata en el libro con numerosos testimonios, hechos y circunstancias analizados, si pensásemos que estamos ante un pequeño bache. Comparto con Roubini, el provocador y sagaz economista, que estamos asistiendo a un descarrilamiento a cámara lenta casi inevitable. Aún es posible pararlo.

– ¿Quién nos puede salvar de ésta?

– Precisamente quienes desde el sector privado, y en compañías de todo tamaño, con un papel fundamental de las pymes, pueden poner su talento y su coraje al servicio del mantenimiento de sus familias, de sus negocios y, en consecuencia, del país. Insisto: la principal piedra es la que conforman quienes, desde las alturas, ignoran supinamente cómo llevar las riendas de España.

– ¿Qué feedback ha encontrado entre sus lectores? Entiendo que muchos son los seguidores suyos en televisión y en radio y en otros medios de los últimos veinte años…

– Es una satisfacción constante encontrar y compartir la sintonía de quienes creen en la fuerza de las ideas y en el poder de la comunicación para hacerlas avanzar: sea en televisión, en radio, en medios digitales, a través de libros… El progreso de la civilización frente a la barbarie siempre ha venido determinado por la promoción de las mejores ideas y el destierro de las peores. El propio desarrollo, la dignidad y el éxito de las sociedades avanzadas se mide por las condiciones de éstas para derrotar el Mal o empujarlo a la marginalidad.