Cuántas décadas han transcurrido y desde entonces la angustia crece por el devenir en la población mexicana ante la gran crisis económica y política. A nivel global flota en el aire una gran incertidumbre respecto a los hechos políticos que parecen perfilar un caos. Cada vez que tenemos que atravesar por una experiencia nueva, cuando no hay más remedio que enfrentar el cambio, tendemos a entrar en pánico o a resistirnos abiertamente a él mostrándonos hostiles o sensibles.
Los mexicanos estamos en crisis permanente porque nos damos cuenta que lo que hasta ayer habíamos pensado, sentido o creído, se ha tambaleado y deja de sostenernos, no podemos negar que nos ha pegado duro al tan enraizado sentido paternalista. Estamos en un punto de inestabilidad, nos sentimos en arenas movedizas. ¿Estamos atascados sin salida o este desequilibrio será nuestra potente palanca para impulsarnos hacia el desarrollo y la autonomía nacional?
El mundo está convulsionando, está cambiando en todos los sentidos, pero ¿cómo enfrentamos la adversidad los mexicanos? ¿Mostrarnos impactados funcionará? ¿Asumirnos apabullados nos llevará en alguna dirección segura? Para entender el cambio nosotros debemos transformarnos junto con él. Es fácil dejarnos llevar por la tentación de la queja ante lo que no sabemos manejar y entrar en un ciclo de 24 horas de pesimismo, especulación y lamentación.
Para aquellos que se encuentran en el camino de “reinventarse”, enfrentar un desafío está lejos de ser algo indeseable, no se concibe como una amenaza, sino como una oportunidad para sacar el material almacenado creando soluciones o alternativas ante las nuevas circunstancias. Los cambios nos fuerzan invariablemente a salir de nuestra zona de confort, nos empuja a replantear nuestras actitudes a veces sumamente dependientes y nos encauza a fortalecer nuestra autonomía para generar y producir logros.
Los mexicanos tenemos la urgente necesidad de renovarnos, aprovechemos este momento para hacer demoliciones profundas de lo que ya no puede sostenernos. Este cambio radical -de ser bien gestionado- será sin duda una gran obra de transformación personal y nacional.
Como dicen los boxeadores “siempre es mejor dar que recibir”, así que, a rascarnos con las propias uñas, a descubrir los propios recursos y a desarrollar nuevas habilidades.
Caminos para reconducir y reajustar nuestra vida
- Flexibilidad para adaptarnos a nuevas condiciones. Cambia la mirada y enfócate en los aspectos en los que sí estás satisfecho.
- Paciencia para convivir con la incertidumbre. No siempre tendrás las respuestas inmediatas para todo.
- Creatividad para hacer las cosas de otra manera. Busca modelos y aterriza tu propio estilo.
- Templanza para aceptar la realidad mientras lo desconocido pasa a ser familiar.
- Disposición para fluir en el nuevo rodaje. Relaciónate con lo que pasa sin poner pretextos y no trates de encontrar culpables.
- Saca a la luz la experiencia acumulada. No temas buscar y aplicar tus talentos.
- Confía en ti mismo y confía en los demás, basados en lo que siempre podemos mejorar.
- Aporta más. Se requerirá una transformación en ti, date tiempo para determinar qué.
- Pon límites al pesimista. Aléjate del amarillismo.
- Mantente sereno, un buen líder de su propia vida nunca pierde la calma.
- Infunde Fe y Esperanza en los demás, ello te compromete positivamente a no bajar la guardia.
- Haz equipo. Nadie puede lograr por sí solo lo que un equipo bien integrado y comprometido es capaz de construir.
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