“Atravesar un territorio,

abrir un sendero,

reconocer un lugar,

 (…) inventar una geografía”.

Francesco Careri

La desigualdad social la podemos observar a la vuelta de la esquina, no importa en qué zona estemos del país o de nuestra Patria Grande Latinoamericana. La realidad es una sola y  no se puede ocultar, nos duele, nos interpela.

En esta época de Pandemia de Covid 19,  se visibilizó aún más la desigualdad social; puesto que no significa lo mismo hacer el confinamiento en un ambiente climatizado, que en una casa con Jardín o en un barrio popular de los tantos y diversos que tenemos con gran número de habitantes, muchas veces en viviendas con construcciones precarias, espacios disfuncionales y en extrema pobreza.

La Injusticia social no hace diferencia alguna entre género, edad o religión, y se acrecienta aún más en la falta de empleo genuino, ése trabajo que dignifica a la persona y que genera mayores oportunidades.

Sin dudas, esta  crisis social-sanitaria puso en evidencia el incuestionable rol del Estado como el gran “ordenador social” por excelencia. El Estado es el único actor con capacidad de coordinar, organizar y orientar en situaciones límites, hoy es observable como todos los sectores, incluidos los espacios más neoliberales exigen al sector público que los proteja. Es evidenciable que el Estado tiene, una vez más, el papel de “bombero insustituible” con un gran desafío por delante en rediseñar la construcción que se avecina.

En una entrevista de Deutsche Welle, la máxima representante de la CEPAL, Alicia Bárcena, informaba que la pandemia del Covid 19 dejará en América Latina “un desempleo de más de 12 millones de personas adicionales, de 8,1% a 8,5% de desempleo. Si no se toma ninguna medida, la pobreza aumentaría en forma dramática en la región: de 186 millones a 214 millones de personas. Y la pobreza extrema de 11% a 13,5% de la población, de 67 millones a 83 millones”. Considerando estos números y estas vidas sobre los que el Estado, los políticos, los empresarios y la sociedad civil deberán trabajar en Red para la Reconstrucción.

Una vez que la pandemia se retire ¿Qué desafíos deben enfrentar el liderazgo político y social para la reconstrucción?

-Lo primero y con urgencia es propiciar el fomento de políticas públicas que dejen de lado los intereses partidarios y que abracen a todos los sectores, generando una Red articulada entre el Estado, el Sector Privado y el Sector Social, para que trabajen de manera conjunta y no de forma aislada como hemos visto que ha venido sucediendo. Urge que los ciudadanos junto al sector social organizado, sean participes de decisiones de gobierno, para que las gestiones que administren el Estado formen plataformas transparentes y que las empresas puedan desarrollarse, producir y generar mayores oportunidades de empleos dignos. Los objetivos finales del desarrollo de estas acciones tienen que ver con el bienestar del ser humano, desarrollando mayores oportunidades y amplificando  sus potencialidades.

 A su vez, el Sector Privado debe entender que es parte de un entramado social  que lo convoca, y que su fin empresarial,  no solo será con visiones de crecimiento económico y de competitividad, sino que deberá sumergirse a participar activamente con responsabilidad social en momentos de crisis.

En el presente, las Organizaciones de la Sociedad Civil, están activas en cada lugar donde había una necesidad que cubrir, ocupándose de muchas acciones que anteriormente sostenían de forma directa las instituciones del Estado. Este ejemplo, nos invita a  considerar una construcción de una nueva institucionalidad, un nuevo patrón organizacional en red, que permita la cooperación y gestión entre instituciones tanto públicas como privadas. Esto no significa menos estado sino un Estado más inteligente para detectar problemas, articulando y ejecutando soluciones con los actores económicos y sociales.

 El desafío que enfrentaran los gobiernos democráticos para ser exitosos, será el de generar acciones estratégicas, soberanas, concretas, que controlen la producción y la distribución de los recursos para revertir la desigualdad social que se acrecienta en América Latina.  Así mismo, deberán implementar políticas públicas en todos los niveles con bases sólidas, guiadas y colocadas al beneficio de la vida humana, del cuidado del entorno comunitario y un impetuoso incentivo en el saneamiento del medioambiente.

Hay un fuerte llamado de atención a quienes tienen responsabilidades sociales y/o políticas; el asentar las plataformas para que se comiencen a generar las redes y las articulaciones con todos los sectores debe ser primordial en estos momentos, para así pensar en una prosperidad no muy lejana, con decisiones que impliquen miradas a corto y a largo plazo, y que vayan más allá de la bandera política.

Es aquí donde se juega una gran apuesta en los líderes actuales y del futuro, que no deberán temer a atravesar los territorios inhóspitos y áridos de nuestras sociedades, descubriendo nuevos senderos  y en definitiva que inventen una nueva geografía política, hacia el desarrollo de sociedades con educación de calidad, integral e inclusiva, con estructuras de producción equitativas, además de inversiones en salud, ya que la pandemia ha evidenciado la vulnerabilidad del sistema sanitario.

Es importante que la “nueva normalidad” post pandemia, sea representada con mayor consciencia social en los líderes políticos, en los gobernantes y en los referentes con influencias comunitarias; pues, es prioridad que prevalezcan los valores humanos y espirituales, permitiendo reabrir horizontes para que el ser humano se encuentre construyendo sociedades inclusivas y acogedoras, en las cuales, haya mejores espacios para los más vulnerables, con distribuciones más equitativas de las riquezas, en beneficio de todas las personas. La sensibilidad social nos hace ver la realidad que nos atraviesa y nos exige actuar de manera colectiva. El bien común debe ser la meta.